En este proyecto las fotografías se trazan en una máquina 3D que convierte la imagen real en un objeto de poliespam 3D. El resultado, extremadamente frágil pero bello, es una especie de topografía de paisajes urbanos, con hendiduras y ráfagas de poliespuma que crecen según la escala de gradaciones de gris, negro o blanco de los negativos, predeterminados en la máquina de plotear. El uso del soporte fotográfico traduce la idea de las ruinas, la fragilidad del tejido urbano y la impermanencia de los edificios en contextos sociales especialmente complejos. Para mí, esta obra consiste en una investigación sobre el forzamiento de los límites de la fotografía. Estos objetos que exponemos en zócalos hechos a medida con tapas de madera y metacrilato, van acompañados de las fotografías impresas en hueso que utilizo como punto de partida y documentación del proceso. (Carlos Garaicoa)