Comencé la serie Nuevas arquitecturas -que incluía este trabajo con lámparas de papel de arroz y alambre- en el año 2000, con obras que centraban su atención en la creación de una “ciudad ideal” o de la imaginación, pero que a su vez pretendían la creación de un espacio más introvertido, de meditación y distancia con la realidad, aunque partieran inicialmente de una relación “documental” con el espacio urbano.  

Las obras de la serie “Nuevas Arquitecturas” consisten en una “maqueta” de una ciudad en la que sus edificios y toda su recreación urbanística está hecha a modo de lámparas japonesas, de papel de arroz, metal y luz eléctrica. Estas ciudades no son fácilmente identificables, y guardan esa relación de ambigüedad con el documento fotográfico, y con el objeto mismo, en este caso la maqueta-ciudad-lámpara, que tanto he tratado de manejar en toda mi obra. Hasta ahora todas las obras de la serie habían sido instaladas sobre mesas o estantes, lo que reafirmaba de alguna manera su condición de maquetas y el sentido de domesticidad que estaba presente siempre en estas obras, (con la idea de la lámpara de noche, en la confrontación de ese espacio privado con el espacio público de cualquier ciudad nocturna). A diferencia de las anteriores, ésta es una ciudad colgante, penetrable, sostenida por sí misma, suspendida y detenida en el espacio. (Carlos Garaicoa)