En Ahora juguemos a desaparecer (I) y (II) he creado ciudades en cera que se van consumiendo y desapareciendo como respuesta a la violencia progresiva que sufre la ciudad contemporánea. Esta instalación consiste en un modelo arquitectónico a gran escala compuesto por docenas de velas de cera encendidas, cada una con forma de edificios, que juntas reconstruyen una ciudad global, con edificios icónicos de muchos países (Ej: Estatua de la Libertad, EUA; Torre Eiffel, Francia; El Vaticano de Roma y el Baptisterio de Florencia; las torres Petronas en Malasia; la Plaza de la Revolución en Cuba). Encendiendo las velas y dejando que el fuego consuma los edificios, se crea una metáfora del carácter efímero y frágil de las ciudades, que pueden llegar a destruirse.